El morado es un tono de piel popular en el lugar adonde voy. Estoy por reunirme con Jeremy Nickel, ejecutivo de Tripp, una aplicación de meditación en realidad virtual que ofrece “hipnotizantes paisajes del mundo”, “visualizaciones guiadas” y “cautivadores ejercicios de respiración”. Ha accedido a darme una visita guiada por los distintos sitios emblemáticos de su metaverso.
El primer lugar al que me lleva Nickel es al jardín Zen. Una brisa digital sopla suavemente entre los árboles que ahí se encuentran. Hay bancos de piedra y mojones erosionados por la intemperie. A un lado se encuentra un zendo de aspecto plácido.
“Éste es uno de nuestros espacios más populares”, informa Nickel. “Está inspirado en el jardín de uno de los abuelos de nuestro diseñador en Taiwán. También tenemos ruinas antiguas y un templo tibetano en las montañas”.
Me doy la vuelta en un círculo completo, asimilándolo todo. No es perfecto. Nadie lo confundiría con un lugar real, pero se respira cierta tranquilidad. Es suficientemente apacible como para hacerme olvidar que llevo puestas unas gafas de realidad virtual que parecen ladrillos y que sostengo controles en las manos.
Aunque la realidad virtual existe desde hace décadas, no fue sino hasta tiempos recientes que ingresó a la arena cultural con la llegada de visores asequibles. Pese a que aún se encuentra casi totalmente bajo el dominio de la industria de los videojuegos, algunas organizaciones contemplativas como Tripp han creado espacios donde los usuarios de la realidad virtual pueden aprender y practicar la meditación. Curioso, tomé prestado un visor de realidad virtual para explorar algunas de estas plataformas de meditación mientras hablaba con algunos líderes de opinión con respecto a la intersección entre el budismo y la realidad virtual.
“Cuando la gente entra en la realidad virtual, no espera encontrar a una persona dirigiendo meditaciones”, observa Nickel. “Espera encontrar videojuegos y personas haciendo explosiones. Creo que la gente de este mundo es consciente de que necesita meditación, pero no sabe cómo acceder a ella.
“Los usuarios de nuestra aplicación no son el tipo de gente que uno se encontraría en las comunidades budistas”, añade. “Son más jóvenes, y hay más hombres. Encuentran algo en la realidad virtual que no han encontrado en ningún otro sitio: una razón para meditar”.
Tras pulsar un botón, Nickel y yo nos encontramos en algún lugar del Himalaya, frente a un templo de estilo tibetano. Es austero y majestuoso, y a nuestro alrededor, los escarpados picos nevados se mezclan con el cielo. Siento que mi cuerpo se enfría, como queriendo reforzar la historia que me cuentan mis ojos y oídos.
Entramos en el templo. Ahora está vacío, pero durante las sesiones se llena de avatares; algunos parecen versiones de dibujos animados de sus contrapartes humanas, otros lucen piel morada, mohicanos verdes y túnicas del color del cosmos.
Tripp, una plataforma de meditación de realidad virtual, cuenta con varios espacios comunitarios, entre ellos un jardín Zen.En Tripp, maestros profesionales de meditación guían a los participantes a través de meditaciones como “Focus“, en la que se aprende a ser más consciente del momento presente mediante “mecánicas de juego que estimulan la atención”, o “Calm“, en la que se guía a los meditadores a través de una práctica de relajación. Tripp también ofrece “Enlighten“, una colección de enseñanzas de reconocidos instructores de atención plena, así como “Connect“, donde los usuarios de realidad virtual interesados en la meditación pueden reunirse para asistir a enseñanzas en directo, sesiones de meditación en tiempo real y debates sobre los aspectos más delicados de la práctica.
“Cuando empecé con la realidad virtual, tenía algunas reservas”, admite Nickel. “Ya que puedes diseñar tu avatar como tú quieras, puedes contar un relato falso sobre quién eres en realidad. Así que, siendo posible tanta inautenticidad, ¿cómo llegar al corazón de la verdad? ¿Cómo se construye una comunidad con confianza y todo lo necesario para el crecimiento espiritual?”
“Pero estaba muy equivocado. La directora ejecutiva de Tripp, Nanea Reeves, tiene un término que me encanta: el “velo digital”. Empiezas a darte cuenta de que las personas son más reales en la realidad virtual que en la realidad física, debido a que el velo digital las protege. La gente comparte cosas en nuestras conversaciones previas a los eventos de meditación que ni siquiera han contado a sus esposas. Hay algo ahí que propicia la vulnerabilidad. El lugar donde me preocupaba que no pudiéramos confiar y conectar y ser auténticos resultó ser el mejor sitio para conocer gente”.
La última parada de nuestro recorrido es una simulación del “efecto de visión global”. El efecto de visión global es un cambio de paradigma que se produce para algunos astronautas que han podido ver la Tierra desde el espacio exterior. Se llenan de asombro, autotrascendencia y un fuerte sentimiento de solidaridad con los miles de millones de personas que viven en su planeta. Edgar Mitchell, astronauta de la misión Apolo 14 en 1971, lo expresó así: “Desarrollas una conciencia global instantánea, una orientación hacia las personas, una intensa insatisfacción con el estado del mundo y una compulsión por hacer algo al respecto”.
Nickel me deja experimentar la sesión solo. El programa comienza sobre el suelo. Durante diez minutos, viajo hacia el cielo, desde el nivel del mar hasta el Himalaya, entre las nubes y luego aún más allá, en el espacio. Viajo hasta estar tan lejos de mi planeta como lo estaría la Estación Espacial Internacional. Soy capaz de moverme orbitalmente alrededor de la pequeña canica azul, contemplando sus mares y masas de tierra a la luz del sol. En el lado oscuro de la Tierra, las ciudades se iluminan como chispas esparcidas. Esos pequeños e intensos puntos de luz marcan las comunidades que se han unido en esta roca que se precipita alrededor de una bola de fuego gaseosa.
Me sorprende la sensación de flotabilidad y la calidez con la que veo el mundo después de esta experiencia. Aunque me alegro de haberme quitado las gafas, no es difícil imaginar el poder de la realidad virtual y el papel que podría desempeñar en el futuro de nuestra vida espiritual.
En 2007, durante una excursión por la montaña, el artista y físico molecular David Glowacki estuvo a punto de morir en una caída. Mientras se asfixiaba por la perforación de un pulmón, tuvo una experiencia extracorpórea. Al mirarse a sí mismo tendido en el fondo del acantilado, no vio su cuerpo físico, sino una forma compuesta de orbes de luz, con luz que escapaba hacia su entorno. Pero Glowacki no sintió miedo: Por el contrario, lo inundó la paz.
Desde sus hogares, personas de todo el mundo pueden reunirse en el metaverso de Tripp para forjar una comunidad y profundizar en su práctica de meditación.Esta experiencia cercana a la muerte inspiró aNUma, una serie de simulaciones de realidad virtual sobre cómo es ver el cuerpo no como células y materia, sino como luz y energía. Reclutó a su mejor amigo, el lama budista Karma Justin Wall, para que le apoyara como diseñador principal.
“Empezó como un proyecto artístico para explorar cómo es ser un cuerpo energético, intercambiar energía y jugar con ello en el espacio virtual”, explica Lama Karma.
Lama Karma me invita a una sesión de aNUma conocida como “Ripple“. Tras colocarme el visor de realidad virtual, ingreso a un espacio oscuro. En lo alto, titila una bóveda de estrellas. A mi alrededor hay seres de humo y luz, cada uno de los cuales representa a alguien que —a través de un visor de realidad virtual— se ha unido al círculo desde su hogar, en algún lugar del planeta. Por manos, tienen pequeñas bolas de luz temblorosas. Donde estarían sus corazones hay orbes de luz más grandes. Al mirar abajo, me doy cuenta de que yo también soy un ser de humo y luz.
La conversación entre nosotros es mínima. Resulta extraño oír voces comunes y corrientes que emanan de entidades efímeras; uno esperaría algo un poco más etéreo. Lama Karma, sin embargo, tiene la tranquilizante voz de un guía de meditación experto. Formamos un círculo alrededor de algo parecido a una cadena de moléculas que se retuercen, como los aminoácidos que se observan mediante un microscopio. Conversamos como lo haríamos antes de una sesión de meditación en el mundo real.
Sobre la experiencia que estamos a punto de iniciar, Lama Karma dice: “Intento navegar por la frontera entre la innovación y la lealtad a la tradición. Mi proyecto ha sido hacerla más abierta sin sacrificar su profundidad. Lo principal es que sea de beneficio para personas que no son budistas, que no tienen interés en la meditación y que, de otro modo, no tendrían un punto de contacto con ella”.
A lo largo de aproximadamente una hora, se nos guía para que meditemos mientras realizamos movimientos sencillos: acercar las luces de las manos al cuerpo con la inhalación, abrir los brazos con la exhalación, formar parejas e imitar los movimientos de los demás en un kabuki sideral, exhalar el orbe de las luces del corazón, que sale del cuerpo y se dirige hacia el centro del círculo de tal suerte que nuestras luces se mezclan. La base de la sesión es la práctica budista de la meditación de la compasión llamada tonglen, “tomar y enviar”, que ayuda a disolver la frontera entre la vida interior y el mundo exterior.
“Al entrar en este entorno, ya me resultaba familiar”, dice Prima Mai, una experta meditadora de las Islas Canarias. “Este cuerpo energético es como una memoria personal. No somos tan densos. No existe tanto un ‘yo’ y un otro separado”.
No se equivoca. Por extraño que parezca, aNUma recurre a nuestra intuición de que somos algo más que cuerpos materiales, de que hay algo más allá. En el espacio de aNUma, ese algo más está a la vista.
“La buena realidad virtual es algo que pretende fundamentalmente ser estéticamente agradable y envolvente. Para nuestros propósitos, esperamos que también esté encarnada e impregnada de sabiduría”, afirma Lama Karma.
Hacia el final de nuestra sesión, Lama Karma nos guía a través de una demostración de la futura dirección de aNUma: la atención al final de la vida. Su última oferta se llama “Clear Light“. Se pide a cada uno de nosotros que se dé la vuelta para que el círculo de practicantes quede orientado hacia la oscuridad crepuscular del espacio. De nuevo, llevando nuestras manos de luz a nuestro cuerpo con la inhalación, abriendo los brazos con la exhalación, espiramos nuestros orbes del corazón brillantes lejos de nosotros. Con cada respiración, los orbes de luz se van alejando hasta que su luminosidad no es más brillante que la de las estrellas del cielo virtual. Entonces su luz se apaga por completo. La idea es ayudar a quienes han sido diagnosticados con una enfermedad terminal a familiarizarse con el desapego final, que es la muerte.
Los usuarios de Tripp se someten a una simulación destinada a desencadenar el “efecto de visión global”, es decir, un cambio de paradigma prosocial que experimentan los astronautas al ver la Tierra desde el espacio.El maestro budista Andrew Holecek escribe y enseña sobre los sueños lúcidos y la yoga de los sueños. Dice de la realidad virtual: “Es lo más parecido que he experimentado en el estado de vigilia a los sueños lúcidos”. Holecek se puso en contacto con Jordan Quaglia, profesor asociado de psicología de la Universidad de Naropa, para explorar el potencial de la realidad virtual en las artes contemplativas.
En 2018, ambos fueron coautores de un artículo sobre lucidez y realidad virtual en el que detallaban un experimento para evaluar si los aprendices de sueños lúcidos sentían mayor o menor temor al enfrentarse a un escenario amenazante en la realidad virtual.
Colocándose un visor de realidad virtual, se pidió a los participantes que caminaran y se bajaran de un tablón aparentemente elevado sobre una ciudad. En realidad, caminaban sobre una tabla de madera en el suelo del laboratorio, pero en los visores se percibían a muchos pisos de altura.
Aunque sus mentes racionales sabían que estaban completamente a salvo, muchos participantes apenas se atrevían a poner un pie en el tablón, y mucho menos a dar el salto de fe desde el extremo. Sin embargo, los participantes entrenados en sueños lúcidos, es decir, en ver a través de la ilusión, mostraron menos miedo y mayor capacidad para saltar de la tabla que el grupo de control.
“Una de las cosas más emocionantes de la realidad virtual”, afirma Quaglia, “es la posibilidad de experimentar la lucidez de formas profundas que nos hacen reflexionar sobre nuestras experiencias en el mundo real y nos ofrecen perspectiva”. La lucidez virtual no es sólo conciencia conceptual o saber que se está teniendo una experiencia virtual: Puede ir más allá de ese nivel básico de conciencia”.
Incluso renombrados maestros budistas han encontrado útil la experiencia de la realidad virtual.
Hace unos años, la monja y maestra estadounidense Pema Chödrön probó la realidad virtual y escribió sobre la experiencia. Describió cómo disfrutaba de la ilusión de volar, su intrepidez ante los simulacros de reptiles y arañas, y cómo la hazaña de caminar por ese tablón a cincuenta pisos de altura le dejaba las palmas de las manos sudorosas de terror. La experiencia parece haber tenido un profundo efecto en ella; ahora la utiliza como trampolín para hablar sobre la incertidumbre, la inseguridad y la ausencia de fundamento. El maestro tibetano Tsoknyi Rinpoche también se ha colocado un visor de realidad virtual y ahora hace referencia a la experiencia en sus enseñanzas de dharma.
“La realidad virtual es realmente buena en dos cosas”, afirma Alex Haley, investigador del Laboratorio de Visualización Interactiva de la Universidad de Minnesota. “Es buena para entrenar y es buena para cambiar perspectivas. “
“Hay investigaciones que demuestran cómo la realidad virtual nos ayuda a comprender a personas de distinto género, etnia, edad y capacidades. Un estudio demostró que si te paras ante de un espejo digital con un cuerpo virtual diferente, empezarás a responder como si ese fuera tu cuerpo real. Intercambiar cuerpos cultiva la empatía y la comprensión de formas realmente geniales”.
Holecek se hace eco de los sentimientos de Haley: “No nos transformamos mediante la filosofía o la gimnasia cognitiva. Nos transformamos cuando sentimos cosas”.
Apple ha entrado recientemente en el sector de la realidad virtual con su costoso visor Vision Pro. Sus aplicaciones de meditación combinan tecnología de punta con técnicas de relajación.Haley imagina a una persona con curiosidad por la meditación budista utilizando la realidad virtual para acceder a un maestro y a una comunidad budista desde la sala de su casa. El propio visor de realidad virtual actúa como un par de anteojeras contra posibles distracciones, ocluyendo el entorno exterior. “Sobre todo si eres principiante”, dice Haley, “eso puede ser extremadamente útil, ya que te permite contener tu atención dentro de lo que haya en el mundo virtual”.
Holecek también ve la realidad virtual como una gran ayuda para los maestros que intentan llegar a nuevos meditadores. “Cuando no hay adaptación cultural, las tradiciones se extinguen. Si no te adaptas, mueres. Es el momento de actuar y darlo todo. No es el momento de cruzarse de brazos y observar con cautela. ¿Por qué no recurrir a la realidad virtual como un medio hábil en lugar de meter la cabeza bajo tierra y esperar que tu tradición se mantenga por sí misma?”.
“La realidad virtual puede enseñarnos sobre nuestra relación con la realidad, sea cual sea ésta”, afirma Quaglia. “Tanto si la lucidez se cultiva en sueños como en experiencias de vigilia o en experiencias virtuales, todas ellas apuntan a una verdad similar: nuestra relación con la realidad no es algo que tan sólo nos ocurre; se trata de un proceso más creativo en el que podemos participar activamente”.
Según Holecek, “una de las formas en que la realidad virtual puede ayudarnos a entender la naturaleza de la realidad es viendo el proceso de cómo la construimos, cómo nos perdemos o nos sumergimos en la pantalla”.
Pero cuando le pregunto a Holecek acerca de los peligros de la realidad virtual en la meditación, me dice: “La promesa está en proporción directa con el peligro”.
Impulsados por el dinero, los operadores de la industria de la realidad virtual intentan abrirse paso en la economía de la atención. Los desarrolladores se sienten presionados para gamificar y mercantilizar las experiencias que crean. Como dice Quaglia, “las empresas que crean estos visores están, hasta cierto punto, invirtiendo en lo contrario de lo que valoramos como practicantes contemplativos.”
“Creo que con cualquier tecnología, ya sea la realidad virtual o cualquier otra cosa, existe el peligro de que el medio se convierta en el método”, afirma Haley. “Los usuarios tienen que entender que la realidad virtual es sólo la mitad del camino. La otra mitad es la integración. ¿Cómo influye una experiencia de realidad virtual en tu vida, momento a momento?”.
ACERCA DE ESTEFANIA DUQUE (TRADUCTORA)
Estefania es licenciada en Lenguas Modernas e Interculturalidad por la Universidad De La Salle Bajío. Creció en la calidez de la comunidad budista de Casa Tibet México y actualmente cursa un Programa de Formación de Traductores de Tibetano en Dharma Sagar, con la aspiración de traducir el Dharma directamente del tibetano al español.