¿Qué mejor lugar existe para practicar la atención plena que el jardín? En el jardín, podemos soltar lo que los demás piensan de nosotros, soltar nuestros intentos por complacer a otras personas, soltar los juicios hacia cada una de nuestras acciones. Las flores no nos juzgan. Podemos descansar en nuestro auténtico yo. Estamos en casa. Nuestros corazones están en casa.
Al practicar la atención plena, no necesitamos mejorar nuestro jardín de manera alguna. Somos jardineros ordinarios con jardines ordinarios, y estamos haciendo lo mejor que podemos dados nuestros recursos de tiempo, dinero y compromisos. Abracemos la belleza ordinaria en nuestro patio trasero. Sintonicemos con esa felicidad. La atención plena es una flor nomeolvides que nos recuerda que debemos estar presentes en el aquí y el ahora.
El jardín es un excelente santuario en el que podemos despertar de la ilusión en la que todos vivimos.
Las cuatro aplicaciones de la atención plena delimitan los rincones de nuestro jardín de meditación. Estas prácticas del cuerpo, los sentimientos, la mente y los dhammas conducen al despertar de nuestra mente-corazón ante la belleza que nos rodea, incluso en tiempos difíciles.
Mientras podas arbustos, rastrillas hojas o plantas semillas, puedes descansar en el cuerpo. Éste es el primer fundamento de la atención plena. Tal vez estemos familiarizados con la atención plena del cuerpo por la práctica de la meditación en la respiración, la meditación en movimiento o los escaneos corporales; pero en el jardín, cuando estamos en movimiento y realizamos muchas tareas, es fácil perder la noción de lo que está haciendo el cuerpo. Trata simplemente de ser consciente de cada postura. Al decir las etiquetas en voz alta, te recuerdas a ti mismo lo que estás haciendo: caminar desde el macizo de flores hasta la pila de la composta; estar de pie mientras riegas las flores; o agacharse mientras remueves las malas hierbas.
A medida que remueves las flores marchitas, puedes practicar las cinco reflexiones diarias del envejecimiento, la enfermedad, la muerte, la impermanencia y el karma. Puedes decirte: “Esta flor es de la naturaleza de envejecer y morir”. Observa el cuerpo mientras caminas hacia la composta. Haz una pausa por un momento y contempla el ciclo de vida de la composta. Está aquí hoy, pero mañana ya no será así. Y el año que viene, brotará una nueva vida. Es todo un misterio.
Después, pasamos al segundo fundamento de la atención plena: los sentimientos, por lo que se entiende el estado de ánimo o el tono hedónico, no las emociones. Párate en uno de tus macizos de flores. ¿Cómo te sientes? ¿Es agradable? ¿Desagradable? ¿O neutro? No hay necesidad de dejarse llevar por alguna historia en este momento. Simplemente nota, ¿cómo te sientes? Acepta la primera palabra que te venga a la mente. No hay necesidad de juzgar la respuesta. Somos científicos recopilando datos en este momento. No hay respuestas incorrectas.
Tal vez el cuerpo y los sentimientos, los dos primeros fundamentos de la atención plena, sean prácticas suficientes para ti. Cualquiera de los cuatro fundamentos conduce al despertar; sólo tienes que elegir uno. Pero las personas del tipo analítico tienden a disfrutar del tercer fundamento: la mente. Observar las travesuras de ese bribón es un objeto de meditación escurridizo.
Comenzamos nuestro análisis de la mente notando las tres raíces del estrés: la codicia, la aversión y el engaño. Si te gustan las tipologías, ésta es una muy útil: el llamado tipo de persona codiciosa quiere más de lo agradable; el llamado tipo aversivo quiere menos de lo desagradable; y el tipo engañado (que somos todos nosotros) está confundido por esta idea.
Da un paseo por tu jardín y vuelve a etiquetar todo lo que tus ojos vean como agradable, desagradable o neutro. Pero esta vez, observa qué categoría recibe más elementos. Mantén a raya los juicios mentales. Simplemente nota si tu tendencia es hacia la codicia, la aversión o el engaño, porque de esa manera sabrás qué antídoto aplicar, es decir, sabrás qué práctica beneficiará especialmente a tu mente, haciéndola más flexible.
Practica la generosidad si eres del tipo codicioso, la bondad amorosa si perteneces al aversivo, y la sabiduría para el engañado. La generosidad puede significar regalar ramos de flores o dedicar tu tiempo a ayudar a un amigo en su jardín. La bondad amorosa es algo que podemos practicar a cada paso, al regar nuestras mentes con bondad amorosa y buena voluntad. La sabiduría proviene de la lectura de libros o artículos de dharma y de rodearnos de amigos espirituales que nos mantienen en el camino, especialmente cuando los hábitos mentales poco amables que tenemos quieren llevarnos a la zanja. Con estas prácticas, dejamos de lado nuestros muy arraigados hábitos mentales.
Otro uso útil para la tipología de la codicia, la aversión y el engaño es que estos tipos nos llevan hacia el reconocimiento de que los cinco obstáculos impiden que nuestras mentes florezcan con atención plena y buena voluntad. Estos cinco obstáculos consisten en el deseo de los sentidos, la malicia, la pereza, la agitación y la duda. El deseo de los sentidos quiere siempre algo más y mejor: más y mejores flores, jardines y verduras. La malicia se da cuenta de lo que está mal en el jardín y se apresura a juzgar al jardinero. La pereza tiene la intención de trabajar en el jardín o meditar, pero no lo consigue. La agitación conlleva ansiedad, preocupación y distracción. La duda no confía en la mente, ni en el jardín, ni en el jardinero, por lo que dudamos que estemos cultivando correctamente.
Finalmente, practicamos el cuarto fundamento de la atención plena: la conciencia de los dhammas o fenómenos, es decir, todo: toda la naturaleza. Cuando estamos al aire libre en la naturaleza, atendiendo a nuestras plantas, el dhamma está ahí. Mientras nos sentamos en la calma del jardín, ¿podemos dejar que los árboles nos enseñen a aceptar la vida tal y como es en este mismo momento? ¿Podemos llevar la atención plena con nosotros a dondequiera que vayamos y llevar la curiosidad a la investigación de la naturaleza que nos rodea?
El jardín es un excelente santuario en el que podemos despertar de la ilusión en la que todos vivimos. Cultivamos las condiciones para el despertar simplemente entrando en el patio trasero y en cualquier jardín que podamos tener allí. Al encontrar la energía para trabajar en el jardín o meditar, nos concentramos en la tarea que tenemos en frente, incluso si sólo estamos sentados en un banco de jardín. Nos sumergimos en la alegría que nos brinda el jardín. Conscientes del cuerpo, los sentimientos, la mente y la naturaleza, caminamos paso a paso hacia la mente alegre, tranquila y amable que se siente como en casa en el jardín y en el mundo.
CHERYL WILFONG
Cheryl Wilfong es la autora de The Meditative Gardener: Cultivating Mindfulness of Body, Feelings, and Mind.
ACERCA DE ESTEFANIA DUQUE (TRADUCTORA)
Estefania es licenciada en Lenguas Modernas e Interculturalidad por la Universidad De La Salle Bajío. Creció en la calidez de la comunidad budista de Casa Tibet México y actualmente cursa un Programa de Formación de Traductores de Tibetano en Dharma Sagar, con la aspiración de traducir el Dharma directamente del tibetano al español.