Cómo empezar una práctica de meditación en casa

El maestro Zen, Norman Fischer propone una prueba de dos semanas para arrancar con el pie derecho en tu práctica de meditación. Él nos hace ver el modo de enfrentarnos con los posibles obstáculos.

Norman Fischer18 October 2022

A lo largo de los años, miles de personas me han pedido consejo acerca de cómo establecer una práctica diaria de meditación en casa. Aunque hay miles de centros budistas de meditación en el país, la mayoría de meditadores hacen algo o toda su práctica por su cuenta y en su casa. En muchos casos, esto es un asunto práctico. La mayoría de las personas no viven lo suficientemente cerca de un centro budista para meditar ahí regularmente. O, por una u otra razón, no se sienten cómodos con ninguno de los centros locales que les están disponibles. O quizás sienten que para ellos la meditación es un asunto privado y personal, no una práctica religiosa colectiva. De cualquier modo, por muchas razones, la mayoría de los meditadores meditan en su hogar. Yo lo hago también.

No fue así cuando empecé a practicar el Zen. La sabiduría convencional era que no podrías hacer esta práctica por tu cuenta. Necesitabas practicar con otros –ese era el modo en el que se hacía. Necesitabas instrucciones de un maestro. Necesitabas el apoyo –mantener la disciplina de sentarte por tu cuenta sería demasiado difícil. Además, meditar solo podía ser peligroso. 

La sabiduría convencional ha cambiado. Estos días mucha gente encuentra que es enteramente posible meditar por tu cuenta. No es que sea desconocida la falta de disciplina –el mantener una práctica regular aún es una batalla para algunos. Pero muchos van más allá de la dificultad y encuentran el gozo y el bienestar en su práctica diaria. 

“El mayor obstáculo para establecer una práctica de meditación es la idea equivocada (que sostiene firmemente la mayoría de las personas que quieren empezar a tener una práctica de meditación) es que la meditación debe calmar y enfocar la mente.”

Cuando la gente me pregunta cómo empezar a tener una práctica de meditación en casa, esto es lo que les digo: la práctica comienza la noche antes. Antes de irte a dormir, fija la alarma media hora antes que lo normal y di a ti mismo: “Mañana en la mañana me voy a levantar y a sentarme. Quiero hacer esto, y va a ser bueno y de mucha ayuda”. Mantén ese pensamiento en tu mente. Luego, a medida que te estás durmiendo, di esto: “¿Realmente me voy a levantar temprano y meditar?” y responde: “Sí, sí lo voy a hacer”. Luego pregúntate de nuevo: “¿De verdad?”  Tómate esto en serio. Piensa un poco más y responde con honestidad. Si la respuesta es, “No, tengo que admitir que probablemente voy a apagar la alarma y volverme a dormir esa deliciosa media hora extra de sueño”, entonces ahórrate el trabajo. Quita la alarma ahora para que ni siquiera te despiertes antes. 

Este pequeño ejercicio quizás suene un poco tonto, pero es muy importante. Enfrenta la principal dificultad que tenemos con la auto-disciplina: somos ambivalentes. Queremos y no queremos hacer lo que pensamos que queremos hacer por nuestro mayor beneficio. Nos cuesta trabajo tomar nuestras buenas intenciones en serio, especialmente cuando se trata de nuestras vidas espirituales. Tenemos confusión en nuestro centro acerca de si somos capaces de confrontarnos a nosotros mismos en el nivel humano más profundo posible –quizás si lo hacemos encontraremos que no somos lo suficientemente valiosos, que somos gente trivial. Ya que imaginamos que la meditación promete una autoconfrontación en este nivel, somos  profundamente ambivalentes.

La mayoría de este embrollo de pensamiento es inconsciente. Es por esto que el diálogo con uno mismo antes de dormir es importante. Nos provee de un modo simple de confrontar el punto en cuestión. “¿De verdad?” Es un modo de traer a la superficie lo que realmente sentimos y, gentilmente y con honestidad, trabajar con ello. De otra manera nuestros hábitos sostenidos por un largo tiempo de auto-decepcionarnos van a prevalecer. Es muy posible que no hagamos lo que no estamos muy claros que queremos hacer, lo cual nos va a dar aún más evidencia de que no podemos hacerlo.

Asumiendo que sí te levantas de la cama en la mañana, zambulles tu rostro en agua fría, lavas tu boca, te pones ropa cómoda (o te quedas en tu pijama, si gustas), e inmediatamente te sientas en tu cojín. Haz esto antes de tomar café, antes de prender tu computadora, antes de activar tu día y darte cuenta de que no tienes tiempo para esto. Quema una varita de incienso para establecer un tiempo, o usa el reloj o uno de los excelentes meditation timers que ya hay en el mercado (los cuales te van a ayudar a mantenerte sin estar viendo tu reloj). Decide de antemano sentarte por veinte o treinta minutos. Un poco más es bueno si puedes hacerlo. 

Intenta hacer esto por dos semanas, tomando un día libre cada semana. Si pierdes un día, está bien. No te caigas en la trampa inconsciente de “Ya que perdí un día, supongo que no puedo hacer esto, así que ya ni siquiera voy a intentarlo, o lo intentaré con menos energía mañana porque este día que perdí ya me debilitó”. ¡Así es como pensamos! Así que anticípate a esto y no te dejes caer en ello. Sé amable contigo, pero firme. Imagina que estás entrenando a un niño, o a un cachorrito –una linda criaturita con buenas intenciones, pero que definitivamente necesita de la guía de un adulto. 

Decide de antemano que vas a meditar por dos semanas. Es mucho más fácil comprometerse a meditar diario por dos semanas que comprometerte a meditar cada día por el resto de tu vida. Después de dos semanas, detente y pregúntate, “¿Cómo estuvo esto? ¿Fue placentero o no? ¿Qué impacto tuvo en mis mañanas, en el resto del día, en mi semana?” Usualmente los resultados positivos son evidentes, y, al ver que la práctica ha sido de beneficio, desarrollamos una intención más fuerte de regresar a ella. Así que entonces, después de una interrupción, comprométete de nuevo a la práctica, quizás esta vez por un mes, con la misma pausa para hacer una evaluación. De este modo, poco a poco, puedes volverte un meditador constante. Tomar pausas de vez en cuando no cambia esto. 

Mucha gente pregunta, “¿Es necesario hacer esto en las mañanas? ¿Hay algo especial en las mañanas? No soy una persona tempranera.” Sí, pienso que sí hay algo mágico respecto a las mañanas. Los horarios monásticos en todo el mundo incluyen práctica temprano en las mañanas. La práctica parece ser de más beneficio a esa hora del día, cuando tu psique está en un estado liminal y el mundo alrededor no ha despertado del todo. Además, es más probable que lo hagas en la mañana, antes de que te involucres del todo con tu día y recuerdes todas las cosas que tienes que hacer. A mediodía es más difícil que te refrenes y te metas a la práctica, y al final del día quizás estés demasiado cansado o embrollado. Quizás te sientas más con ganas de tomarte una copa de vino que de sentarte a meditar. Sentarte probablemente resultará bastante incómodo a medida que tu cuerpo nota los dolores y malestares que dejó el día. De hecho, la práctica al final del día es muy buena justo por esta razón –aunque a menudo sea incómoda, sí te ayuda a procesar todo tu estrés y a sentirte con más calma después de hacerla. Pero si tú estás tratando de establecer una práctica desde cero, pensar que te vas a sentar tranquilo al final del día probablemente no va a funcionar tan bien como el pescarte en tu momento más débil (lo cual es decir, tu momento más fuerte): en las mañanas, cuando eres ambos, más y menos tú mismo, antes de que asumas tu personalidad completa con la que sientes que debes de enfrentar el mundo del trabajo y la familia. (Tengo que hacer notar aquí el dato obvio de que quizás esto no sea verdad para ti; todos diferimos enormemente como individuos, y en estos temas íntimos una medida no le queda a todos. Estoy sólo describiendo lo que encuentro que es verdad para mí mismo , y para muchos otros meditadores).

A veces esa es la forma de finalmente empezar una práctica de meditación diaria: no hacerla por diez o veinte años, hasta que, finalmente, no hay opción. 

Hay muchas aproximaciones a la meditación. En mi tradición, la tradición Zen Soto, la meditación no es considerada una habilidad que se supone que tenemos que dominar. Es una práctica a la que nos dedicamos devotamente. Así que, si estás meditando en las mañanas sintiéndote a medio dormitar, con parches de sueños pasando, y tu mente no del todo enfocada en la respiración, tan siquiera no tanto como sientes que debería estarlo… Está perfectamente bien. Se considera normal y posiblemente incluso de beneficio. El principal obstáculo para establecer una práctica de meditación es la idea equivocada (firmemente sostenida por la mayoría de las personas que quieren establecer una práctica de meditación) de que la meditación debe calmar y enfocar la mente. Entonces, si tu mente no está calmada y enfocada, ciertamente lo estás haciendo mal. Batallar con algo que estás haciendo mal consistentemente, y en tu frustración no pareces lograrlo hacer bien, no inspira a continuar (a menos que seas un masoquista, y hay más de un puñado de masoquistas de la meditación).

Es mejor asumir la actitud del Zen Soto de que la meditación es lo que haces cuando meditas. No hay un hacerlo mal o hacerlo bien. Eso es distinto a decir que no hay un esfuerzo, no hay calma, no hay enfoque. Claro que los hay. El punto es evitar caer en la trampa de definir la meditación de un modo demasiado estrecho, y luego juzgarnos a nosotros mismos basados en esa definición, y así sabotearnos. Mejor evaluamos nuestra práctica en un cálculo mucho más amplio y más generoso. No: ¿Está mi mente concentrada mientras estoy sentado? Sino: ¿Cómo está mi atención durante el día? No: ¿Estoy pacífico y quieto mientras me siento? Sino: ¿Está mi hábito de perderme reduciéndose de algún modo? En otras palabras, el exámen de la meditación no es la meditación. Es tu vida. 

El tratar con los numerosos obstáculos prácticos para sostener una meditación regular es fácil comparado con los problemas más profundos de auto-decepción de los cuales he estado hablando. Una vez que estás tratando con estos, los problemas prácticos son fáciles. ¿Los niños se levantan temprano? Levántate media hora antes que ellos. ¿No es suficiente sueño? Bueno, esa media hora de sentarte va a ser mucho más importante para tu descanso y bienestar que la media hora perdida de sueño. O simplemente puedes acostarte media hora antes la noche anterior. 

¿No encuentras lugar para meditar? Siempre hay un lugar –todo lo que necesitas es el espacio para un cojín en el suelo. Pero es mejor tener un sitio limpio y cuidado, incluso si es en una esquina de un cuarto lleno y desordenado. Mantener esa esquina limpia y libre es un preliminar de la práctica misma de meditación.

¿Tu cónyuge no quiere meditar y se resiente de que te estás escapando de la cama para sentarte? Pacientemente explícale a tu cónyuge que la razón principal por la que estás meditando es para volverte una persona más amorosa y de mayor capacidad de ayudar. No te estás escapando de la cama para afirmar tu independencia, sino por la razón opuesta: para ser más amoroso. Ten esa conversación (de modo afectuoso) con tu pareja. Pídele que te ayude a hacer este experimento de dos semanas y a evaluar los resultados: ¿te has vuelto más amoroso, has ayudado con las labores de casa, con los niños, Etc. más que lo usual, con más voluntad, o más alegría? (Por supuesto, habiendo tenido esta conversación, ahora tienes que hacer estas cosas).

En breve, si quieres meditar, virtualmente no hay una excusa por la que no puedas hacerlo. Pero la confusión humana es muy astuta, así que aún es posible que te saques de la práctica. Si lo haces, bienvenido. A veces esa es la manera en la que finalmente nos volvemos serios respecto a la práctica de meditación: el no hacerla por diez o veinte años, hasta que ya no hay opción. 

A medida que el mundo se acelera y la trayectoria de la historia se vuelve más drástica, más gente está sintiendo la necesidad de hacer algo que promueva su bienestar y de lugar a una actitud más sustentable. Es difícil mantenerse alegre si estás bajo estrés, es difícil creer en la bondad y la felicidad si el mundo en el que vives no ofrece mucho apoyo para éstas. De un modo gentil y realista, la práctica de meditación puede proveer de un aliento poderoso para la actitud que tanto necesitábamos. No requiere tener una fé preexistente o un esfuerzo excesivo; simplemente sentarse en silencio, regresando al momento presente en cuerpo y respiración. Esto naturalmente te va a llevar más cerca de la gratitud y más cerca de la bondad. Y a medida que te comprometes más con estas virtudes, empezarás a notar, para tu sorpresa, que mucha gente en tu vida también están haciendo esto, así que hay mucha compañía a lo largo del camino.

 

ACERCA DE NORMAN FISCHER

Es un poeta, ensayista, y sacerdote budista de la tradición Zen Soto, quien ha publicado más de treinta volúmenes de poesía y prosa, incluyendo el libro del año pasado: When You Greet Me I Bow. Él es el fundador de Everyday Zen, una comunidad basada en San Francisco Bay area, así como antiguo abad de San Francisco Zen Center. Él y su esposa, Kathie Fischer, también una sacerdotisa Zen Soto, tienen dos hijos y tres nietos y viven en Muir Beach, California. 

 

ACERCA DE KHANDRO (TRADUCTORA)

thubten khandro es una yoguini budista tibetana, bailarina, poeta y traductora originaria de México. Desde el 2013 es alumna de Yongey Mingyur Rinpoche y forma parte de la Comunidad de Meditación de Tergar. Ha publicado dos libros de poesía de dharma; bird yes y Sunbird. Actualmente da clases de yoga y comparte poesía y danza a través un boletín electrónico mensual.

Norman Fischer

Zoketsu Norman Fischer is a poet, essayist, and Soto Zen Buddhist priest who has published more than thirty volumes of poetry and prose, including most recently When You Greet Me I Bow. He is the founder of Everyday Zen, a community based in the San Francisco Bay area, as well as former abbot of the San Francisco Zen Center. He and his wife, Kathie Fischer, also a Soto Zen priest, have two children and three grandchildren and live in Muir Beach, California.