El despertar es el objetivo central en la tradición budista. Buda significa “despierto”, y se dice que el Buda es el iluminado. ¿Pero qué significa eso? ¿Cuál es el objetivo exactamente? ¿Y dónde comienza todo esto?
Podemos pensar en todas las cosas buenas que conocemos y a las que aspiramos y apilar juntas cada cualidad que desearíamos tener. Si todas ellas fueran realizadas, si tus deseos se volvieran realidad, ¿eso sería iluminación? Si fuéramos perfectos en todas las formas, ¿eso sería iluminación? Si cierras los ojos y dejas que surjan asociaciones libres, ¿qué imágenes vienen a tu mente cuando piensas en iluminación? ¿Qué surge cuando piensas en despertar?
La idea de iluminación está ligada con nuestras imágenes de hombres sabios y mujeres sabias. Tenemos todo tipo de preconcepciones de cómo esos seres sabios se deben de ver, cómo deben de hablar, cómo deben de actuar. Quizás tienen que tener cierto género o cierta clase. Quizás tienen que vestir hábitos o verse muy puros. Quizás necesitan tener un halo o irradiar luz. Quizás son extraordinariamente virtuosos y amables, y nos sonríen beneficentemente.
La iluminación no es fácil de precisar. Sin embargo, aunque nuestras ideas de iluminación son algo vagas, y quizás no sepamos cómo describirlas exactamente, sentimos que podemos reconocerlas cuando las vemos. Quizás no sabemos exactamente lo que estamos buscando -sólo sabemos que estamos buscando algo.
Aunque podemos pretender estar arriba de todo esto, haber superado el luchar y ya no tener ambición, no podemos esconder el hecho de que en la tradición budista el lograr la iluminación es el objetivo central. Paradójicamente, aunque estamos en la búsqueda de la iluminación, y estamos siguiendo un camino diseñado para llevarnos a ese punto, se dice que la iluminación es inherente, que es nuestra misma naturaleza. Muchas tradiciones tienen una versión de la parábola en la que un pobre pasa años y años buscando por un tesoro enterrado por aquí, por allá y en todas partes. En algún punto descubre que él ya tenía el tesoro durante todo ese tiempo enterrado bajo el piso de su propio hogar. Quizás nos pasemos buscando y buscando por algo y no veamos nada, pero cuando finalmente lo vemos, es completamente obvio. Es difícil creer que nos lo estábamos perdiendo.
Aunque la iluminación puede parecernos un objetivo totalmente inalcanzable, de hecho sabemos exactamente lo que es y tenemos destellos de despertar a cada rato. El único problema es que nuestros vistazos al despertar son breves, fugaces y no los podemos sostener por casi nada de tiempo. En la vida ordinaria, hay momentos en los que tienes un gran avance y finalmente entiendes algo -te cae el veinte- y cuando eso sucede, ya no puedes dejarlo de entender. De hecho tú descubres algo y podrías llegar a desear que no lo supieras; sin embargo, una vez que lo sabes, lo sabes.
La iluminación no puede ser producida. No importa cuántos mantras recitemos, no importa a cuántos maestros sirvamos o en cuántos retiros de meditación participemos, no podemos forzar que ocurra la iluminación. La iluminación no es un pensamiento; no es un logro. Es inherente.
Sin embargo, destellos de iluminación nos surgen una y otra vez -en los espacios o pequeñas brechas intermedias. En mi propia experiencia, he encontrado que una y otra vez tocan a mi puerta vistazos frescos y profundos a través de la gruesa capa de patrones mentales y emocionales habituales. Pero entonces noto esos vistazos profundos, y con el notar surgen los comentarios mentales, y con los comentarios viene el deseo de aferrarme a ellos como si fueran señales importantísimas, o títulos de logros.
Lo que era una visión fresca y profunda ya no es fresca, ni es profunda. Ya no es una brecha en la fijación del ego, sino otro modo de mantenerlo en pie. Y así va esto. Lo que en algún momento es un parteaguas, una brecha, rápidamente se lo apropia el ego, así que, al siguiente momento, se ha convertido en un obstáculo el cual tenemos que superar.
Podríamos decir que el camino es un continuo proceso de suavizar y suavizar. En el momento en el que dejamos que nuestra experiencia se vuelva sólida, hemos perdido su frescura, su cualidad inherentemente despierta. Incluso podemos percibir la delgadísima frontera entre estar despierto y estar dormido. El instante en el que hacemos una decisión sutil de aferrarnos, podemos sentir la constricción u opresión. Sabemos en el momento en el que lo hemos perdido, y cada vez que sucede, nos suavizamos. Nos damos cuenta cuán difícil es cambiar ese patrón básico de alejarnos de nuestra propia visión profunda. Al mismo tiempo, nos damos cuenta de cuán delgada es la membrana que nos separa de la realidad del despertar.
En la tradición budista, la iluminación viene primero -la confusión es una ocurrencia tardía. A menudo, nuestra experiencia parece ser la opuesta; la confusión es obvia y la iluminación es algo que ocurre después. No sólo la confusión es más obvia, sino que es nuestro territorio conocido, donde yace nuestra lealtad normalmente. Es simple: se nos pide que cambiemos nuestra lealtad, así que esto nos espanta. Con la iluminación al frente y en el centro, somos provocados constantemente con la posibilidad de despertar. ¿Cuál es la duda? ¿Qué nos echa para atrás? ¿Por qué no despertamos?
While we keep plugging along, painstakingly unraveling our personal obstacles, it is important not to lose sight of the very real possibility that at any moment we have the potential of seeing our world entirely differently. At any moment, we have the possibility of awakening.
Mientras seguimos dando pasos adelante, cuidadosamente desenredando nuestros obstáculos personales, es importante no perder de vista la posibilidad real de que en cualquier momento tenemos el potencial de ver nuestro mundo de un modo enteramente diferente. En cualquier momento tenemos la posibilidad de despertar.
ACERCA DE JUDY LIEF
Judy Lief es una maestra budista y editora de muchos libros de enseñanzas del tardío Chögyam Trungpa Rinpoche. Ella es la autora de Making Friends with Death. Sus enseñanzas y sus nuevos podcasts llamados “Dharma Glimpses” están disponibles en: judylief.com.
ACERCA DE RATNA DAKINI (Traductora)
ratna dakini es una yoguini budista tibetana, poeta y traductora originaria de México. Ha publicado dos libros de poesía de dharma, el último titulado Sunbird (2020). Ha traducido para la Comunidad de Meditación de Tergar por Aprox. 6 años, y continúa traduciendo para Tergar, así como para la página en español de Lion’s Roar. Actualmente vive en San Miguel de Allende, donde enseña Yoga, practica danza y prepara un tercer libro de poesía.