La mente es una cosa complicada y necia. Cuando intentamos forzarla a que se comporte, se resiste. A veces parece como si fuera una fuerza externa que se apodera de nosotros, algo que está fuera de nuestro control y en nuestra cara. Este es, definitivamente, el caso de la ansiedad.
La ansiedad se hospeda en nuestra mente y enloquece nuestro cuerpo. Una vez ahí, nos convence de por qué tiene todas las razones para establecerse ahí. Existen las grandes lógicas: El mundo se está yendo al infierno. Todos vamos a morir. También están las variaciones personales: Me van a correr de mi trabajo. ¿Qué pasa si repruebo mi exámen? ¿Qué pasaría si ella me deja? No encuentro un trabajo.
La ansiedad hace que el caso se vea inevitable. ¿Cómo podrías no estar ansioso, dado el gran lío en el que se encuentra el mundo? ¿De qué otra manera podrías responder, si estás poniendo atención a lo que está sucediendo? ¿Qué más podrías sentir, dadas las presiones a las que estás sometido? La ansiedad parece ser la única opción realista.
Una ansiedad diseminada es el lado oscuro de la modernización. Es como una revuelta psíquica en contra de la naturaleza deshumanizadora del capitalismo moderno con sus rasgos de superficialidad y avaricia. También tiene cierta visión de fondo ahí; el conocimiento visceral de que algo anda mal. Pero cada era tiene su propia forma de ansiedad. Enfrentemoslo; la vida es estresante. Así que, ¿nos agachamos y vamos como se pueda, o podemos encontrar modos de enfrentar las situaciones estresantes sin ser abrumados por nuestra ansiedad y nuestros miedos?
El budismo está lleno de investigaciones acerca de la naturaleza del sufrimiento, así como del sufrimiento por ansiedad. Después de todo, así es como empezó todo -con la pregunta del sufrimiento, sus causas, y cómo puede ser aliviado. Esta no es una investigación que fue llevada a cabo hace mucho tiempo por Gautama Buda y ya se terminó. Es un proceso continuo y vital por el cual todos atravesamos. No es filosófico o meramente teórico. Es profundamente personal.
Al hablar acerca del sufrimiento y sus muchas formas, el Buda llevó su análisis a un nivel más profundo con su concepto de dukkha. Dukkha a menudo se traduce como “sufrimiento”, pero señala un malestar fundamental, una ansiedad fundamental que es continua y siempre está presente. En la música Hindú hay melodías exquisitas acerca de la felicidad y la pena en patrones intrincadamente entretejidos.
Por debajo de las melodías de nuestro drama humano está el firme, y repicante zumbido del tanpura, casi como el zumbido de una corriente eléctrica. Dukkha es tal firme zumbido, a veces evidente, a veces escondido en la belleza del tono. Es un tipo sutil de ansiedad, la sensación de que, no importa qué esté sucediendo, algo no está del todo bien.
Podrías llamar a esta ansiedad del nivel fundamental la madre de una mina de oro, la raíz del problema. Es la ansiedad inescapable alimentada por el sentido falso del yo llamado ego, el cual es inherentemente inseguro acerca de su propia existencia. En la medida en la que sigamos sin trabajar con ello, no habrá fin a nuestro descontento. El mundo real nunca será suficiente para satisfacernos; nunca va a llenar nuestras ilimitadas necesidades o deseos. Mientras no confrontemos la ansiedad fundamental en el centro de nuestro ser, nuestra experiencia de la vida va a estar dividida, dualista y será siempre intranquila. Un residuo de ansiedad va a hacerse camino en cada pensamiento y acción.
El Buda dijo que nosotros mismos creamos esta ansiedad a través de nuestra ignorancia y nuestra dependencia. Así que hay esperanza, ya que eso implica que tenemos el potencial de dejar de alimentarla. Así que dukkha es bueno o malo. Este zumbido persistente de nuestra ansiedad profundamente enraizada es nuestro mayor problema, pero también es lo que nos impulsa a perseguir un camino espiritual.
El Buda reconoció que una cierta cantidad de sufrimiento es simplemente un hecho de la vida, nuestra herencia como humanos. Él también vio que, irónicamente, entre más luchamos para evitar esa realidad, más sufrimiento creamos. La ansiedad definitivamente es parte de la vida, como la enfermedad, el envejecimiento y la muerte, pero nosotros tomamos una situación mala y la hacemos peor con la manera en la que respondemos. Quizás sí, quizás no podamos cambiar lo que nos está llegando, pero definitivamente podemos cambiar el modo en el que lo manejamos.
Así que, de acuerdo a las visiones profundas del Buda acerca del sufrimiento básico y el sufrimiento adicional que nosotros añadimos, podemos mirar directamente a la experiencia de la ansiedad a medida que surge en nosotros. Sin embargo, nuestra tendencia a evitarlo es tan fuerte y tan rápida que antes de que podamos incluso empezar a sentir lo que realmente está pasando, nos enredamos en nuestros pensamientos y opiniones acerca de ello. En vez de aceptar nuestra situación y manejarla, nos preocupamos por las cosas que no marchan como queríamos, nos enojamos por no obtener lo que queríamos, perdemos la cabeza por no tener el control, nos ponemos envidiosos por aquellos en circunstancias más felices, Etc. Cuando la ansiedad se apodera, los ‘Qué pasaría sí…’ son tan poderosos que perdemos la pista a lo que realmente es. Todo esto sólo añade más sufrimiento.
Es tentador apilar más pensamientos acerca de la ansiedad en un intento para librarse de la ansiedad. La ansiedad no es placentera, no nos queremos sentir así, así que ¿no podemos hacernos sentir algo mejor? ¿Dónde está nuestro ‘lugar feliz’ cuando lo necesitamos? ¿Hay algo mal conmigo?
Cuando un mal sentimiento de ansiedad surge, el pensamiento burbujea de que no deberíamos sentirnos así, de que hay algo que no anda bien. Preferiríamos sentir algo diferente. Esto es a lo que llamo la aproximación ‘el mundo según yo’. En el ‘mundo según yo’ esto no debería estar pasando. Pero está sucediendo.
Así que empecemos ahí. Vamos a sentirlo. ¿Cómo se siente? ¿Podemos estar quietos por un momento y simplemente estar presentes con esta experiencia? No es tan fácil ser y estar con el dolor o la incertidumbre, y de eso se trata exactamente la meditación. Mindfulness [o presencia mental] es nuestra herramienta principal para desarmar la ansiedad.
La ansiedad crece en el pensamiento compulsivo, la ansiedad se fascina y empodera con los pensamientos de fracaso y desastre. La meditación está basada en entrenar la mente y liberarnos del dominio de estos tipos de pensamientos. La meditación está basada en la experiencia del momento presente; la ansiedad es toda acerca del futuro. La meditación corta la especulación y nos regresa a la experiencia corporal simple; la ansiedad sigue haciéndonos girar tan rápido que perdemos contacto con nuestro cuerpo.
La presencia mental o mindfulness de la respiración es especialmente útil al trabajar con la ansiedad. A través de la práctica de meditación aprendemos acerca de nuestros propios patrones de respiración; cómo nuestra respiración cambia de rápida a lenta, superficial o más profunda, apretada a fluida, dependiendo de nuestros pensamientos y de nuestro estado emocional. A medida que nos familiarizamos con estas variaciones, podremos trabajar con la respiración como una fuerza sanadora. Si nos sentimos ansiosos, podemos regular deliberadamente nuestra respiración hasta que se torne lenta y regular. Podemos abandonar el hábito de aguantar y apretar nuestra respiración.
El mindfulness se trata de aprender a ir más lento. Cuando nos pega algo que nos estresa, a menudo nuestra primera respuesta es entrar en pánico y acelerar. Pero si insertamos -aunque sea una pequeña variación a ese patrón-, quizás incluso una pequeñísima pausa, podremos recuperar de nuevo nuestros modales. Podemos reestablecer nuestro territorio.
La práctica de mindfulness también nos puede ayudar a cortar a través de los ciclos de pensamiento ansioso, cambiando nuestra relación con la incertidumbre que alimenta ese proceso. Podemos ver que nuestros pensamientos y especulaciones acerca de lo que puede suceder en el futuro son sólo eso, pensamientos. Nunca podemos saber con certeza si las cosas que tememos van a suceder o no, y el que estemos especulando al respecto no va a hacer ninguna diferencia.
En la práctica de meditación, aprendemos a estar con la incertidumbre en vez de cubrirla con el pánico de los pensamientos de ansiedad. Simplemente el reconocer qué pensamientos están surgiendo comienza a quitarles su poder. En la práctica de meditación, una técnica para hacer eso es etiquetar cualquier cosa que surja en la mente como “pensando” – en un modo muy -tal cual es-, sin juicio -y sólo regresar a la consciencia de la respiración.
Quizás esto te suene extraño, pero cuando la ansiedad empieza a erigirse, yo hablo con ella. Le digo a mi ansiedad: Lo que va a suceder, va a suceder. Voy a fallar o voy a tener éxito. Las cosas van a marchar bien o no. Mientras tanto, ¿cambiará algo si me preocupo o alimento mi ansiedad? No. ¿Ayudará de algún modo? No. Mi ansiedad no va a hacer ninguna diferencia, excepto por hacerme sufrir sin razón. No quiero evitar lo que estoy sintiendo, pero intento ponerlo en su lugar.
De hecho, la ansiedad es un modo ineficaz de manejar las incertidumbres y hostilidades de la vida. Debemos ponernos ansiosos hasta cierto punto. Si no nos preocuparamos acerca de la posibilidad de desastres muy reales, eso puede tornarse estúpido. Pero una vez que algo ha llamado nuestra atención, nuestra ansiedad se interpone como un estorbo. No nos ayuda a encontrar modos de prevenir los desastres y no nos ayuda a encontrar cómo enfrentar los asuntos que no podemos arreglar. El maestro Hindú Shantideva aconsejó una aproximación simple y clara: Si te encuentras con un problema del cual puedes hacer algo para cambiar, házlo. ¿Por qué preocuparse? Y si no puedes hacer nada al respecto, entonces que así sea. ¿por qué preocuparse? Las emociones, como la ansiedad, tienen dos caras. Son mensajeros; tienen algo que enseñarnos, pero rápidamente cobran fuerza y se apoderan de nosotros, ahí nos perdemos.
Hay cierto punto en el que la excitación o los nervios se tornan en ansiedad. Ese es un punto que hay que notar. La excitación o los nervios pueden ser algo bueno. Como escritora y maestra, mi vida es un ciclo sin fin de fechas límites de entrega. A medida que me aproximo a la fecha de entrega de un artículo o el inicio de una clase, la experiencia aumenta y se intensifica. Una vez que terminé, la energía se asienta y se relaja. Me parece que este tipo de ciclo de estrés-relajación nos beneficia. Nos da un límite.
Pero la ansiedad por sí misma no nos beneficia. Entre más ansiosos y cautos nos volvemos, más atraemos el desastre. Si alguna vez te has metido al coche con un conductor nervioso, puedes recordar cuánto miedo puede causar la ansiedad. Cuando Simone Biles experimentó una ansiedad extrema en su competencia Olímpica, ella se dio cuenta cuán peligroso sería continuar en tal estado.
Así que aquí estamos. Cada uno de nosotros tenemos nuestras fuentes particulares de ansiedad. Y además de ellas, no podemos evitar ser afectados por las amenazas más grandes de la escala nacional y global. Hay realidades de nuestro mundo que son aterradoras y perturbadoras, hay muchas cosas allá afuera que dan miedo, pero la ansiedad que resulta de ellas es nuestra. No está allá afuera, sino en nosotros. Es un hábito de reacción, uno que no ayuda y que causa mucho dolor, y nos corresponde a nosotros el trabajar con él.
La meditación no es un asalto frontal a la ansiedad. Mientras que sí hay técnicas de meditación como la respiración consciente, que pueden ser de mucha ayuda para calmar un brote de ansiedad, la meditación no se trata realmente de arreglar cosas, de deshacerse de, o de negar cosas. Se trata de encontrar la salud y la calma en medio del mundo tal cual es, así como es. ¿Qué más podemos hacer?
ACERCA DE JUDY LIEF
Judy Lief es una maestra budista y editora de muchos libros de enseñanzas del tardío Chögyam Trungpa Rinpoche. Ella es la autora del libro Making friends with Death [Haciéndonos amigos de la muerte]. Sus enseñanzas y su nuevo podcasts, “Dharma Glimpses” están disponibles en judylief.com
ACERCA DE RATNA DAKINI (Traductora)
ratna dakini es una yoguini budista tibetana, poeta y traductora originaria de México. Ha publicado dos libros de poesía de dharma, el último titulado Sunbird (2020). Ha traducido para la Comunidad de Meditación de Tergar por Aprox. 6 años, y continúa traduciendo para Tergar, así como para la página en español de Lion’s Roar. Actualmente vive en San Miguel de Allende, donde enseña Yoga, practica danza y prepara un tercer libro de poesía.