Si detienes a gente en las calles de Chicago o Londres y les preguntas si los budistas son vegetarianos, la respuesta más probable que obtengas es “sí”. La percepción pública, tan siquiera en el occidente, es que, dado que el budismo está basado en una reverencia por la vida, los seguidores del camino no comen animales. Y mientras es verdad que las escuelas Mahayana a menudo recomiendan una dieta vegetariana, el hecho es que la mayoría de los budistas sí comen carne.
El Buda, sin embargo, no cerró los ojos ante el sufrimiento de los animales, como muchos de nosotros hubiéramos creído. El primer precepto que enseñó fue “Abstenerse de tomar la vida de otros”. En este, el Buda no limitó sus enseñanzas sobre compasión sólamente a los humanos, sino que incluyó a todos los seres sintientes -todos aquellos que sienten dolor.
En los Sutras Mahayana, tales como el Lankavatara, el Buda se auto-identificó como vegetariano, esperando que sus alumnos siguieran su ejemplo: “Si la carne del Mahamati no es comida por nadie, por ninguna razón, no habrá quien destruya la vida”.
¿Qué opción debo tomar que evite causar o apoyar el sufrimiento o de otros seres sintientes?
En el canon Pali, el cual forma la fundación doctrinal del budismo Theravada, encontramos el Jivaka Sutta (Majjhima Nikaya 55) discutiendo “las tres purezas”. Ahí el Buda, tratando de acomodar ambos; la interdependencia de las comunidades monásticas y laicas, y también proteger las vidas de los seres sintientes, instruyó a sus monásticos que, cuando salieran a rondar pidiendo limosna (y pidiendo alimentos), no les era permitido comer trozos de carne de animal puestos en sus platos si ellos veían, escuchaban, o sospechaban (desde lo más mínimo) que el animal fue matado para alimentarlos. El Jivaka Sutta no habla sobre la moralidad de las personas laicas consumiendo animales; por ende, no puede usarse como justificación, ni tampoco para justificar a los monásticos consumiendo animales cuando no están pidiendo limosnas.
Para justificar sus hábitos de comida, algunos practicantes occidentales de dharma optan por decir, “Tenemos la opción”. Por supuesto que tenemos la opción de decidir comer animales, pero si tenemos o no la opción no es la pregunta correcta a formularnos. La pregunta adecuada es la ética: ¿qué opción puedo tomar que evite causar o apoyar la generación de sufrimiento a otros seres sintientes?
Algunos practicantes de dharma tratan de justificar sus hábitos alimenticios al decir que si comen o no animales, eso no tiene nada que ver con el dharma, pero dado que el comer animales determina si otros seres sintientes viven o mueren, esto necesariamente ocupa un lugar central en el dharma. Cuando alguien está mordiendo, masticando y tragando el ala de un guajolote o la pechuga de un pollo, uno está directa e íntimamente involucrado en la muerte de tal animal. Ni el guajolote ni el pollo querían ser matados y comidos por un budista. ¿Cuántos billones de animales morirán este año para alimentar aproximadamente a un billón de budistas en el mundo?
Algunos budistas creen que mientras ellos -personalmente- no maten al animal que comen, no hay problema. Pero en las enseñanzas del Óctuple Sendero Noble acerca del sustento correcto, el Buda enlistó cinco ocupaciones que deben ser evitadas, incluyendo matar animales y criar animales para matarlos. Al prohibir criar animales para matarlos, el Buda trazó la línea moral -no en donde se distingue si alguien degolló el cuello de un animal o no-, sino en el hecho de que uno se abstiene o no de participar en la cadena o proceso en el cual el animal muere. Aquellos que engordan animales para matarlos y aquellos que muerden, mastican y tragan sus partes del cuerpo están participando en la cadena o el proceso de muerte. Sin aquellos que coman su carne, ningún animal sería matado.
El que está matando al animal está violando el primer precepto, así como las otras enseñanzas de sila. ¿Cómo un practicante de dharma puede comer animales sabiendo que los trabajadores de los mataderos, aquellos que están haciendo las matanzas, están acumulando tremendos efectos kármicos muy dañinos? Estos trabajadores, tan siquiera en los Estados Unidos, son predominantemente gente de color, incluyendo migrantes, usualmente de América Latina, quienes tienen pocas alternativas y pocos recursos. Más allá, los trabajos en los mataderos están entre los peor pagados y los más sucios en el mundo industrializado.
Es mejor empezar a quitar los productos animales de tu dieta incrementalmente, que no empezar nunca.
Se estima que los occidentales comen diez mil animales en el transcurso de su vida. De acuerdo a un reporte de las Naciones Unidas, la industria de la carne causa mayor calentamiento global (a través de emisiones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) que todos los coches, camiones, camionetas, aviones y barcos juntos en el mundo. La producción de una dieta basada en la carne requiere más de diez veces el agua que requiere una dieta vegana, y los animales de granja en los EE. UU. producen 130 veces más excrementos que nuestra población humana. De acuerdo a la Agencia de Protección Ambiental, la escorrentía de las granjas industriales contaminan nuestros ríos y lagos más que todas las demás fuentes industriales juntas.
Si no puedes dejar de comer carne, pollo y pescado al mismo tiempo, intenta: 1) comer una dieta vegetariana o vegana por uno, dos, o tres días a la semana, 2) comer un desayuno o almuerzo libre de carne cada día, o 3) cuando los amigos o la familia te visiten para cenar, preparar una comida vegana o vegetariana. Es mejor sacar los productos animales de tu dieta incrementalmente que no empezar nunca.
La práctica de no comer animales es una práctica gozosa de apoyar la vida y el amor. Es una práctica de amor bondadoso, compasión y alegría-compasiva. Es también una práctica de generosidad al dar vida a los más vulnerables -los animales cuyas vidas directamente dependen de la decisiones que hacemos.
Los animales de granja que comemos usualmente son mantenidos aislados, haciendo muy difícil que pasemos tiempo con ellos como hacemos con nuestros perros y gatos. Pero cuando llegamos a conocer a los guajolotes, los pollos, los cerdos y las vacas, encontramos que cada animal es un individuo con una personalidad distinta, preferencias y con un fuerte deseo de vivir, al igual que cualquier humano. Estos animales son listos, sensibles y emocionales, y hacen lazos entre ellos y con los humanos que los cuidan.
El hecho de que esos animales sufren enormemente en sus caminos hacia nuestros platos, no puede ser negado. Ya que uno no puede ir a una granja industrial o matadero para atestiguar el terror y el dolor, sin toparse con los sistemas de seguridad similares a una prisión; alambre de púas y cercas electrificadas, perros guardianes y candados, que hacen casi imposible presenciar de primera mano el alcance del sufrimiento que experimentan los animales. Las corporaciones multinacionales que corren este negocio multibillonario (en dólares) no quieren que el público se percate de lo que -con certeza- es el reino de los infiernos para los animales.
Gracias a mujeres y hombres valientes quienes, con cámaras escondidas, han filmado lo que realmente sucede detrás de los alambres de púas, es posible que nosotros contemos con una vista de ojo de pájaro. Si tú comes animales y te identificas como budista, por favor detente por diez minutos, como una práctica de la primera noble verdad, y mira alguno de estos videos, así como If Slaughterhouses had Glass Walls We Would All be Vegetarian, narrado por Paul McCartney, o Meet Your Meat, narrado por Alec Baldwin.
Si estás comiendo animales por favor entiende que ellos no quieren tu metta; ellos quieren que no los comas.
ACERCA DE BOB ISAACSON
Bob Isaacson es el presidente y co-fundador de Dharma Voices for Animals, una organización internacional budista de defensa y derecho de los animales.
ACERCA DE RATNA DAKINI (Traductora)
ratna dakini es una yoguini budista tibetana, poeta y traductora originaria de México. Ha publicado dos libros de poesía de dharma, el último titulado Sunbird (2020). Ha traducido para la Comunidad de Meditación de Tergar por Aprox. 6 años, y continúa traduciendo para Tergar, así como para la página en español de Lion’s Roar. Actualmente vive en San Miguel de Allende, donde enseña Yoga, practica danza y prepara un tercer libro de poesía.